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Primer mes y balance cuantitativo

El día de ayer, nuestro micrositio web cuarentamenosuno cumplió su primer mes de vida y, con él, su primera función: promocionar el evento Las instituciones académicas frente al reto digital realizado en el marco del XXXIX Aniversario de El Colegio de Michoacán, A.C.

A partir de hoy, el sitio albergará, aparte de la memoria del evento, algunos aspectos que fueron dándose alrededor del mismo, ideas y propuestas generadas detrás del escenario o en los espacios de sociabilidad. Mientras tanto, compartimos con ustedes algunos números estadísticos de nuestro primero mes de vida.

En un mes, el sitio ha recibido 2,657 visitas de 741 visitantes únicos. Esto quiere decir que que hemos tenido lectores que regresan al sitio de manera recurrente. La distribución geográfica de nuestros visitantes es interesante. De los cuatro países desde los cuales nos visitan, México tiene el mayor número de ingresos (2,418) por razones obvias, ya que el evento se llevó a cabo en este país y las redes de los participantes están basadas fundamentalmente en el mismo. La misma configuración de las redes sociales de los participantes deben haber incidido en la distribución geográfica de buena parte del resto de las visitas, pues el enlace al sitio se replicó a través de Twitter y Facebook en los días recientes: España (82), Estados Unidos (48), Colombia (38), Alemania (17), Argentina (13).

Asimismo, contamos con tres seguidores (a quienes agradecemos el interés)

Falta recuperar las estadísticas de visitas habidas durante las trasmisiones de las distintas actividades vía Internet. Pero eso lo haremos en la semana.

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México 2418 Puerto Rico 5 Chile 2 El Salvador 1
España 82 Perú 4 Paraguay 2 Grecia 1
Estados Unidos 48 Ecuador 3 Bolivia 2 Rumanía 1
Colombia 38 Reino Unido 3 Japón 1 Rusia 1
Alemania 17 Canadá 3 Brasil 1
Argentina 13 Irlanda 2 Honduras 1

 

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Guía Roji para las Humanidades Digitales

primera_guia_roji_interior_bajaLa Guía Roji es, para los mexicanos, el callejero –guía o conjunto de mapas– más útil para ubicarse en las ciudades o en las carreteras del país. Comenzó a imprimirse hace casi un siglo y, desde entonces, ha sido uno de los callejeros más utilizados en México. Es similar a la Guía Peuser para la Argentina o a las guías Michelin francesas. Quien quiera saber qué dirección tomar para ir de un punto A a un punto B, suele ayudarse de este tipo de publicaciones que, en los siglos XIX y XX, tomaron el lugar de las antiguas Guías de forasteros. A fin de cuentas, tienen que ver con un proceso de racionalización del espacio en el que nos desplazamos con objeto de poder hacerlo de la manera más eficiente.guiadeforasteros00arau_0

Silvia Gutiérrez y Natalie Baur nos ofrecen una Guía Roji para las Humanidades Digitales, como metáfora de un mapa «callejero» con sitios y direcciones para ubicarnos, como académicos, bibliotecarios, estudiantes y público en general interesado en el manejo de datos procesados por computadora, en el intrincado mundo de lo digital. No pudieron escoger un mejor título. Lo suyo se trata precisamente de ayudarnos a reflexionar en el cómo establecer una ruta para lidiar con nuestros proyectos académicos (investigación, docencia, divulgación), aprovechando y haciendo uso de la tecnología computacional.

Así como es importante ubicarnos en el espacio de las ciudades y los territorios para podernos mover de un lado a otro, un «mapeo» de las posibles rutas en el mundo de la información binaria resulta fundamental. El diseño del proyecto de investigación, la recolección de datos, su procesamiento, la elección de los modos de salida (comunicación) de resultados, su difusión y la conservación digital son, en esta época, pasos tan importantes como los que llevábamos a cabo con los medios analógicos (papel, tinta, tarjetas, lápiz, revistas, libros).

El taller se llevará a cabo el jueves 18 de enero de 2018, a partir de las 16:30 hrs (GMT-6) y habrá trasmisión en vivo por Internet ingresando a la página del COLMICH.

headshot2017 Natalie Baur es Maestra en Historia de la Universidad de Delaware y Maestra en Ciencias de la Información con especialización en Archivología de la Universidad de Maryland. Actualmente es Bibliotecaria de Preservación de Colecciones en la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México. En el año escolar 2015-2016 fue becaria Fulbright-García Robles en el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información en la UNAM. Anteriormente ha trabajado en la Universidad de Miami como archivista de la Colección de la Herencia Cubana, donde dirigió la gestión del archivo y la digitalización de la colección. Además, Natalie fue co-fundadora en el 2014 del proyecto Desmantelando Fronteras, un proyecto de eventos en línea que destaca proyectos archivísticos en todo Latinoamérica y el Caribe. Sus intereses incluyen la descripción y conservación de elementos del patrimonio cultural y la colaboración con los bibliotecarios y archiveros en América Latina y el Caribe. La encuentras en Twitter como @nataliembaur o en su sitio Web: nataliembaur.com

RbLLsKQE_400x400 Silvia Gutiérrez es la Bibliotecaria de Innovación Digital de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México. Es maestra en Humanidades Digitales por la Universidad de Wurzburgo (Alemania) y el Kings College de Londres y licenciada en Lengua y Literatura Hispanoamericana por la Universidad Veracruzana con intercambios en la Facultad de Estudios Culturales de la Universidad de Paderborn, y Letras Modernas en la UNAM. Sus proyectos se centran en habilitar un tipo de investigación que utilice las herramientas y métodos digitales para ver las problemáticas de las humanidades con nuevos lentes, pero también para volver accesible el conocimiento a un público más amplio, ya sea a través de la visualización interactiva de datos o en la colaboración con Wikimedia México. La encuentras en Twiter como @espejolento o en su sitio Web: sgutierrez.seewes.de

La sensibilidad digital y la posición del historiador

G8202Anaclet Pons (Alicante, 1959) dictará la conferencia La sensibilidad digital y la posición del historiador en el marco del XXXIX Aniversario de El Colegio de Michoacán, dedicado a Las instituciones acadécmicas frente al reto digital. Pons, catedrático de la Universidad de Valencia, es especialista en Historia Cultural, Microhistoria e Historia Social y, desde hace algunos, ha venido reflexionando en torno a las implicaciones e impacto del desarrollo tecnológico digital en las disciplinas humanísticas, particularmente la historia. La conferencia tendrá lugar el viernes 19 de enero, 2018, a las 10:00 hrs. (GMT-6) y será trasmitida por Internet accediendo por la dirección de la página web del COLMICH. He aquí unas líneas de su libro (2013) El desorden digital: guía para historiadores y humanistas.

Si alguien pregunta cuál es el futuro (digital) de nuestra disciplina, adelantaré una respuesta: lo desconozco. No es solo la historia o las humanidades, es el mundo el que está cambiando, en ocasiones de forma estimulante, en otras de una manera que nos sobresalta; y muy pocos son los que pueden presumir de comprender esa mutación. Los historiadores escribimos de forma retrospectiva, no prospectiva, una vez creemos saber cómo terminaron las cosas. Por eso nunca podemos dar por concluida nuestra labor, reescribimos porque el pasado nunca deja de pasar. Suele decirse, y es cierto, que a diferencia del detective e incluso del juez sabemos quién es el asesino y que ese descubrimiento nos permite atribuir determinado significado a lo ocurrido. Eso no ocurre porque el desvelamiento haga irremediables todas las acciones anteriores, no sucede porque ahora descubramos su propósito oculto, sino porque es ese final y no otro el que las reordena. Pero el colofón nunca es definitivo, pues nuevos hechos, diferentes procesos, variadas experiencias irán reafirmando un sentido o una perspectiva, o rescatarán otros distintos, nuevos u olvidados. Por eso reclamamos siempre la distancia; la procuramos para entender que nuestro antepasado nos rehúye, que hemos de acercarnos a él con sus categorías, pero la pretendemos para ganar en profundidad, en complejidad.

Sin límites físicos, no hay linealidad ni orden, sino fluidez, la posibilidad de que un clic nos transporte de un lado a otro y de que, al hacerlo, abandonemos lo que veíamos o leíamos por aquello a lo que nos remitía. O quizá sí es algo semejante a lo que hacía Calvino o a lo que ensayaba Georges Perec, es decir, a lo inaugurado por Borges. Es también, y por supuesto, otra vertiente de esa lectura fragmentaria o sincopada de la que hablábamos, con algunas consecuencias importantes para nuestra escritura. Pensemos en nuestra práctica: redactamos y ponemos citas en las que el lector se cerciora de lo afirmado, sin otra posibilidad que tomar notas de la fuente o el documento. En cambio, si ese texto es digital, un enlace nos despacha hacia otros textos o documentos externos y cualquier acción sobre un elemento los reconfigura todos, abriendo un nuevo punto de partida con conexiones que se nos escapan y que forman una nueva red de enlaces posibles; como esa red de la que habla Calvino, «dentro de la cual se pueden seguir múltiples recorridos y extraer conclusiones plurales y ramificadas». Con una particularidad añadida: dada la plasticidad del hipertexto, la capacidad para incrustar en él todo tipo de contenidos altera el conjunto de técnicas de representación que podemos utilizar.

¿Cómo han respondido los historiadores a ese reto? He intentado clasificar los diversos experimentos de este tipo, que van desde la simple digitalización de lo impreso, pasando por los que incluyen enlaces a fuentes con simple voluntad ilustrativa hasta, finalmente, los textos pensados para la pantalla, integrando documentos electrónicos. Todas estas propuestas han dado lugar a numerosos comentarios y debates, sin dudar por lo general de sus beneficios, pues incluso cuando contamos con dos versiones, impresa y digital, esta última suele mejorar a aquella. Las bondades de las experiencias plenamente digitales radican en su mayor expresividad, en su oferta multidimensional, en la participación que se le exige al lector, que no solo ve y escruta, sino que ha de construir, utilizando los diversos documentos que se aportan, etcétera. De alguna manera, el usuario es consciente de las dificultades de la tarea del historiador, que muestra así su proceso de trabajo. Y todo ello de forma participativa, casi como un juego, de ahí que esos ensayos hayan sido más numerosos en el ámbito divulgativo, en lo que denominamos la «historia pública».[1]

[1] Anaclet Pons. El desorden digital: guía para historiadores y humanistas. Tres Cantos, Madrid: Siglo XXI, 2013, pp. 209 y 308-309

Anaclet Pons lleva una muy interesante bitácora desde hace casi doce años: Clionauta: blog de historia. En ella da cuenta, entre otras cosas, de noticias relacionadas con el impacto de lo digital en la disciplina histórica. Síguelo en Twitter: @clionauta_ap .

La brecha digital

Llamada en el mundo anglosajón digital divide, el concepto de brecha digital tiene que ver con la inequidad social, económica, de género o cultural, respecto al acceso al uso e impacto de las tecnologías de la información y comunicación (TICS). Se puede hablar de una brecha digital global a la hora de analizar la inequidad de acceso o aprovechamiento por regiones o países, o de una brecha digital local, basada en la inequidad de posibilidades de acceso a los recursos digitales por grupos de individuos organizados por categorías demográficas. Sin embargo, ambas variables independientes están estrechamente relacionadas, pues la inequidad de acceso por grupos demográficos (género, edades, educación, ingresos), se profundiza entre regiones productoras de tecnología respecto a regiones consumidoras de tecnología.

Este es un tema importante en nuestro evento, pues está vinculado directamente al cómo, la comunidad académica vinculada a las instituciones de investigación y docencia en ciencias sociales y humanidades en México y en América Latina, gestiona y aprovecha el acceso a los recursos digitales.

Uno de los puntos que se suele discutir localmente al respecto es el de la brecha en términos generacionales. Sin embargo, está demostrado que esto es una falacia en tanto que puede existir la misma barrera de acceso entre los investigadores nacidos en un entorno no digitalizado con respecto a los sujetos (investigadores, docentes) nacidos en un contexto digitalizado, que suelen ser llamados nativos digitales.

Somos de la opinión, al contrario, que se debe hacer hincapié en el problema de que la brecha digital en los países latinoamericanos, como México, obedece más a asuntos de dependencia en el ámbito de la producción de tecnología, de educación y de cultura. Pero también, a diversas variables, como la orientación particular en los campos del conocimiento de la práctica de las Ciencias Sociales y Humanidades, pues las agendas de investigación en los países latinoamericanos difieren mucho de las respectivas de los países en los que desarrollan las tecnologías.

Estas son algunas propuestas de discusión. Nos gustará escuchar y/o leer tus opiniones, aquí o en el evento de enero, 2018.

Cuarenta menos uno

Los próximos 18 y 19 de enero de 2018, el Colegio de Michoacán, A.C. celebrará su trigésimo noveno aniversario. Fundado por el Dr. Luis González y González el 15 de enero de 1979 en la pequeña ciudad michoacana de Zamora, la apuesta fue crear una primera institución académica de alto nivel para la investigación y la docencia a nivel de posgrado en Ciencias Sociales y Humanidades en provincia, en el contexto de la política de descentralización de las entidades científicas. Desde entonces, y para celebrar su aniversario, la comunidad del COLMICH aprovecha la ocasión para reflexionar y discutir los retos que enfrentan nuestras disciplinas, invitando a reconocidas personalidades académicas nacionales y extranjeras.

39 años. Cuarenta menos uno. Una buena oportunidad para hablar de la gran variedad de metodologías, recursos, herramientas y técnicas digitales de las que disponemos los académicos en Ciencias Sociales y Humanidades y que permiten explorar horizontes innovadores en nuestras disciplinas. Pero también, para reflexionar en el reto que implica su abundancia y diversidad, así como en la necesidad de establecer estrategias institucionales para su mejor aprovechamiento.